Sara se levantó de la silla de ruedas durante la Asamblea Nacional de Renovación Carismática
En nombre de Jesús, levántate y anda. En la habitación de Sara Quiroz, cuelga ahora este cartel, con el lema de la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica. Fue durante este encuentro, y precisamente tras escuchar esta frase, cuando pudo dejar las muletas y la silla de ruedas. Sin embargo, no deja de dar gracias por cada día del año y medio que duró su enfermedad
Lo que desarma de Sara es la sencillez y la serenidad con la que narra el momento en el que, durante la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica, el pasado julio, en Madrid, se levantó de la silla de ruedas y caminó sin muletas, por primera vez en año y medio: «La Asamblea era en el Parque de Atracciones, y en un descanso me había ido con mis amigos a las atracciones. Me llamó mi madre para decirme que el padre Jaime Kelly», que había predicado, «iba a rezar por mí. Me hizo algunas preguntas, rezó, y me impuso las manos. Fue una oración más bien cortita. Me preguntó si creía que el Señor me podía sanar, y yo dije que por supuesto. Me cogió de las manos y me dijo Pues en el nombre de Jesús levántate, que vamos a caminar. Cuando levanté la mirada, vi los ojos de Jesús en él; tan hermosos y tan llenos de amor, me decían: Venga, que yo te voy a llevar toda la vida y conmigo siempre vas a estar bien. Con toda la confianza puesta en el Señor, me levanté, y supe que estaba sanada, porque en casa lo había intentado yo muchísimas veces y me caía».
Su familia no lo atribuye sólo a ese momento puntual de oración: «Mucha gente -explica Letty, su madre, refiriéndose a la Renovación Carismática- ha compartido y sufrido la enfermedad de Sara. Desde que se puso enferma, se activó una cadena de oración». La víspera misma de la Asamblea, unos amigos carismáticos de Perú -de donde son Letty y Julio, su marido-, sin saber nada del encuentro, les llamaron para decirles que Dios les había inspirado el pedir por Sara. La familia entera fue a la Asamblea sin saber que el lema era, precisamente, En nombre de Jesús, levántate y anda.
Poco antes de la Navidad de 2009, Sara fue a urgencias porque veía borroso con el ojo izquierdo. La ingresaron para hacerle pruebas, porque podía tener un tumor cerebral, o esclerosis múltiple. Tras una punción lumbar, perdió toda la fuerza en el lado izquierdo. Consiguió manejarse con muletas, aunque le costaba un gran esfuerzo, y terminó usando para casi todo la silla de ruedas. Fue duro para todos, también para Andrés, su hermano pequeño, «que de repente tenía que ir a los sitios solo, porque nosotros estábamos siempre de médicos», explica Letty. «Lo he pasado mal -reconoce Sara-: no poder caminar, de un día para otro, y sin explicación... Pero estamos en manos del Señor. Él ha sido mi esperanza, siempre me ha dado paz y confianza en que me iba a poner bien». Su eterna sonrisa también ayudó mucho a sus padres: «Nos ha hecho llevarlo mejor y nos ha fortalecido. Verla en una depresión -una chiquilla de 17 años sin ganas de vivir- habría sido peor que esta enfermedad».
Su familia no lo atribuye sólo a ese momento puntual de oración: «Mucha gente -explica Letty, su madre, refiriéndose a la Renovación Carismática- ha compartido y sufrido la enfermedad de Sara. Desde que se puso enferma, se activó una cadena de oración». La víspera misma de la Asamblea, unos amigos carismáticos de Perú -de donde son Letty y Julio, su marido-, sin saber nada del encuentro, les llamaron para decirles que Dios les había inspirado el pedir por Sara. La familia entera fue a la Asamblea sin saber que el lema era, precisamente, En nombre de Jesús, levántate y anda.
Poco antes de la Navidad de 2009, Sara fue a urgencias porque veía borroso con el ojo izquierdo. La ingresaron para hacerle pruebas, porque podía tener un tumor cerebral, o esclerosis múltiple. Tras una punción lumbar, perdió toda la fuerza en el lado izquierdo. Consiguió manejarse con muletas, aunque le costaba un gran esfuerzo, y terminó usando para casi todo la silla de ruedas. Fue duro para todos, también para Andrés, su hermano pequeño, «que de repente tenía que ir a los sitios solo, porque nosotros estábamos siempre de médicos», explica Letty. «Lo he pasado mal -reconoce Sara-: no poder caminar, de un día para otro, y sin explicación... Pero estamos en manos del Señor. Él ha sido mi esperanza, siempre me ha dado paz y confianza en que me iba a poner bien». Su eterna sonrisa también ayudó mucho a sus padres: «Nos ha hecho llevarlo mejor y nos ha fortalecido. Verla en una depresión -una chiquilla de 17 años sin ganas de vivir- habría sido peor que esta enfermedad».
Sara (con peto vaquero), en un encuentro de familias
vinculadas a la Renovación Carismática,
la semana pasada (Foto: Miguel Castaño)
vinculadas a la Renovación Carismática,
la semana pasada (Foto: Miguel Castaño)
Ahora toca estar atenta
En ningún momento la familia dejó de trajinar, con sus actividades y encuentros. Sara, además, se confirmó, comenzó Arquitectura, e incluso fue al Camino de Santiago. Ni que decir tiene que este verano, ya curada, no ha parado: Lourdes -el año pasado fue en silla de ruedas, y su curación fue el día del Inmaculado Corazón de María-, un campamento como monitora, la JMJ y sus días previos, playa, encuentro de familias de la Renovación...
Todo eso, además, sin dejar de dar gracias, en Lourdes y siempre. «También por cada día de enfermedad. Lo hicimos ya el mismo día de su curación, al llegar a casa -recuerda Letty-. Ahí es donde hemos visto que no estábamos solos. Le ha servido mucho a ella, y a mucha gente». Sara añade: «Ahora me toca rezar mucho; tengo que estar atenta a lo que el Señor quiera de mí. Por ejemplo, dar testimonio para Su gloria. Porque hay gente que me ve como la sanada, pero es el Señor el que hace las cosas, y es a Él al que hay que glorificar».
Todo eso, además, sin dejar de dar gracias, en Lourdes y siempre. «También por cada día de enfermedad. Lo hicimos ya el mismo día de su curación, al llegar a casa -recuerda Letty-. Ahí es donde hemos visto que no estábamos solos. Le ha servido mucho a ella, y a mucha gente». Sara añade: «Ahora me toca rezar mucho; tengo que estar atenta a lo que el Señor quiera de mí. Por ejemplo, dar testimonio para Su gloria. Porque hay gente que me ve como la sanada, pero es el Señor el que hace las cosas, y es a Él al que hay que glorificar».
En 2010 en Lourdes.
«Nuestra familia sigue siendo la misma»
Entrevistar a Sara es conocer a toda su familia; y constatar que Dios está muy presente entre ellos. «Para nosotros, ha sido siempre una prioridad transmitir la fe a nuestros hijos, más que otras cosas», explica Letty. En su caso, esta transmisión es inseparable de la Renovación Carismática Católica. «Ya en Perú pertenecíamos a ella; y lo primero que hicimos al venir a España, hace 20 años, fue buscar un grupo, en el que llevamos participando activamente desde entonces». En esa gran familia, han nacido y crecido los chicos. «Siempre los hemos llevado, y desde chiquitos participaban en la alabanza. Hemos tenido la gracia de que nunca se han quejado, y siempre han querido venir a los encuentros de familias». Con el tiempo, han ido participando en las actividades de chicos de su edad. «Hay encuentros de jóvenes unas tres veces al año. Pero, si sólo tienes eso, el mundo te absorbe. Ahí es donde es muy importante la comunidad, mantener el contacto con gente que viva tu misma fe». Ahora, después de todo lo que ha pasado, Julio, el padre, apunta: «Nuestra familia sigue siendo la misma, con sus pecados y su afán de agradar a Dios. Sabemos que no podemos soltarnos de Su mano».