sábado, 23 de julio de 2011

Queridos jóvenes, vuestro corazón es una ventana abierta al infinito


Vuestra vida encuentra significado en el misterio de Dios, que es Amor: un Amor exigente.

Hoy quiero recordar el célebre episodio en que el Señor se hallaba en camino y uno-un joven-le salió al encuentro y,arrodillándose, le planteó esta pregunta: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer parqa heredar la vida eterna?" (Mc 10,17). Nosotros tal vez hoy no lo expresaríamos así, pero el sentido de la pregunta es precisamente: ¿qué debo hacer, cómo debo vivir para vivir realmente, para encontrar la vida? Así pues, dentro de esta pregunta podemos ver encerrada la amplia y variada experiencia humana que se abre a al búsqueda del signicado, del sentido profundo de la vida: ¿cómo vivir?, ¿por qué vivir? De hecho, la "vida eterna" no indica solamente la vida después de la muerte, no quiere saber sólo cómo llegar al cielo. Quiere saber: ¿cómo debo vivir ahora para tener ya la vida que puede ser luego también eterna?  Por tanto, en esta pregunta el joven manifiesta la exigencia de que la existencia diaria encuentre sentido, plenitud, verdad. El hombre no puede vivir sin esta búsqueda de la verdad sobre sí mismo-quién soy yo, para qué debo vivir-, una verdad que impulse a abrir el horizonte y a ir más allá de lo que es material, no para huir de la realidad, sino para vivirla  de una forma aún más verdadera, más rica de sentido y de esperanza, y no sólo en la superficiliadad. Creo que esta es también vuestra experiencia- y lo he visto y escuchado en las palabras de vuestro amigo.



Benedicto XVI

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