sábado, 16 de julio de 2011

Semillas para la Razón

¿Quien ha dicho que razón y fe son incompatibles?, considero que la razón es una facultad superior que Dios nos ha dado y con la que podemos llegar a conocerlo dentro de unos limites, ya que la fe es lo más razonable que existe, cuando nos encontramos con Cristo nuestro corazón nota la correspondencia con sus anhelos más profundos y decide seguirle, así comenzo el cristianismo, así comenzarón los primeros apóstoles y así debemos ser nosotros, esta es la única manera de ser felices aquí en la tierra llevando una vida plena porque El le ha dado un sentido.


La nostalgia del "Tú"

El culmen de la búsqueda, el culmen que sorprendemos en nosotros, donde el "yo" expresa lo que es, si no está reducido. como muestra maravillosamente la poesía de Lagerkvist: "Un desconocido es mi amigo, /uno a quien no conozco (no sé lo que busco, no lo conozco)./Un desconocido lejano, lejano./ Por él mi corazón está lleno de nostalgia./ Porque él no está cerca de mí/ ¿Quizá porque no existe?/ ¿Quién eres tú que llenas mi corazón de tu ausencia/ que llenas toda la tierra de tu ausencia?"

Con esta palabra-nostalgia-, Lagerkvist describe de forma sencilla lo que Giussani dice al final del capítulo quinto: "La afirmación de que existe la respuesta, como algo que está implicado en el hecho mismo de la pregunta". La nostalgia es una experiencia humanísima a través de la cual podemos comprender que el hecho mismo de tenerla, implica que existe el otro del que tengo nostalgia, pues, en caso contrario, no existiría la nostalgia como experiencia, nos sentiríamos la ausencia de nadie. Pensad cuándo habéis experimentado nostalgia de alguien o de algo: ¿no es acaso porque ese alguien o algo ya existía o existe?

Un "yo" que no está reducido es un "yo" que experimenta dentro de sí esta nostalgia, nostalgia de un "Tu" real y misterioso, una nostalgia contenida en el mismo impulso con el que entramos en relación con la realidad. Los salmos no lo muestran de forma única: "Oh Dios, tú res mi Dios, por ti madrugo. mi alma está sedienta de ti, mi carne tiene ansia de ti como tierra reseca, agostada, sin agua.



¡Cómo te contemplaba en el santuario, viendo tu fuerza y tu gloria¡ Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de mantenca, y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti, y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene". O también "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?"





No falta Dios, ¡falta un hombre así¡ Un hombre que lleve en su interior esta nostalgia, esta sed...¿compredéis por qué dice Jesús: "Bienaventurados los que tiene hambre y sed" ¡Bienaventurados¡ Sólo un "yo" verdadero que está despierto puede reconocerle conmovido. Esto confirma además la razonabilidad del recorrido que se nos invita a hacer.

La lucha con el poder se produce a este nivel. Un "yo" así es la victoria sobre el poder sobre el intento del poder de reducir el impetu de su deseo, de aplastarlo. Para un "yo" como éste, los ofrecimientos del poder son migajas, porque sabee que ningún regalo puede bastar, porque un hombre así sabe dónde encontrar su descanso, un descanso a la altura de su necesidad, el único descanso que de verdad descansa: "nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti"



Cuanto más consciente es un ser humano de que sólo en Él encuentra descanso, más se conmueve por el hecho mismo de que exista Dios. No puede evitar conmoverse por Su existencia, como repetía con frecuencia don Giussani: "Mi corazón está alegre porque Cristo vive".

Por eso, su presencia nos llena de silencio: "Señor, te esperamos deseando tu nombre y tu recuerdo". Pero este deseo no puede sobrevivir ni siquiera unos pocos minutos si no se convierte en petición, porque la verdadera forma del deseo es la petición: se llama oración.


D.Julian Carrón

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